El
fin de semana pasado fui a Uvita, un pueblo ubicado en el sur de la costa del
Pacífico de Costa Rica. Este lugar siempre lo recordaré porque me impresionó
con su naturaleza hermosa. Especialmente me encantó la catarata con su agua celeste
y la gran variedad de flora que le enmarca. También encontramos a una gran
diversidad de fauna. Me gustan mucho los animales conocidos por el patrimonio
natural de Costa Rica como también los colibrís, los tucanes, mariposas y en
particular las ballenas. Hicimos un tour en un barco con un guía que nos pudo
contar las realidades sobre los hábitos de este animal. Debido al ruido que
hacen los barcos con sus motores hay una molestia significativa. En fin, fue
divertido ver las ballenas pero decidí que eso no vale el daño que causa a
los los mamíferos en peligro de extinción.
Pasando
por un árbol, vimos a un oso perezoso comiendo las frutas de la planta. Es muy
interesante observar a este animal muy tranquilo y sosegado. Para mí,
representa hasta un cierto punto al estilo de vida que tiene la gente de esta
zona de Costa Rica. La Pura Vida se ubica en Uvita. Aquí la gente trabaja para
vivir. Es decir, que ganan su dinero en la temporada alta de turismo. En el
invierno aprovechan que no hay tanto trabajo y gastan sus ahorros para pasear y
viajar por otros países. Resumiendo, disfrutan de la vida.
Un patrimonio inmaterial y muy importante para Costa
Rica son los bailes latinoamericanos. Así pues en las discotecas de Uvita se
baila Salsa, Merengue y Bachata entre otros. Igualmente la música es parte que representa a la comunidad de la gente.
Análogamente el turismo forma el paisaje del pueblo.
Por una parte, esto asegura el trabajo de los nativos. Al otro lado, significa
el destrozo de monumentos que son parte del patrimonio arquitectónico.
En conclusión, Uvita con certeza es un lugar que recordaré pensando en Costa Rica toda mi vida. A la vez espero que la
población encuentre a una manera de mantener la belleza de su hábitat como yo
la encontró una vez.
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